Por: Carlos Salcedo
Son muchas nuestras debilidades institucionales, empresariales y de recursos humanos. Conocemos nuestros problemas.
Tanto que han quedado reflejados en miles de documentos, discursos, talleres, conferencias, charlas, congresos y declaraciones de políticos, empresarios, intelectuales, instituciones de sociedad civil y profesionales de las más diversas áreas.
Somos un país de servicios, de turismo, zonas francas y remesas. Con muchos recursos naturales y con una geografía envidiable.
Conocemos mucho de lo que económicamente debemos hacer, sabemos de nuestras necesidades de empresarios más comprometidos con la tecnología, la innovación y la eficiencia. Carecemos de empleados más creativos y formados, educadosy con conciencia y capacidad para generar las metas del desarrollo que nos hemos propuesto.
Sabemos de nuestras ineficiencias administrativas y ejecutivas. Estamos claros que más que normas y procedimientos, carecemos de un equipode gobernantes –no de dos o tres ministros o directores capaces e íntegros-en capacidad de transformar su visión de liderazgo en realidad.
Son muchos los intentos, muchos de los cuales hemos valorado en su oportunidad; pero la visión integral traducida en praxis gubernamental que sea la sombrilla de cada una de las instituciones del Estado es el gran déficit del cual padecemos.
Nuestros errores ancestrales y repetidos nos enseñan que no hemos sido capaces de aprender de nuestros maestros, los errores. Sin embargo, como afirmó Mohammed binRashid Al Maktoum durante su participación en el WorldEconomicForum 2017, y como ha sido recogido en su más reciente obra titulada
“Mi Visión”: “Aunque el fracaso es un gran maestro no podemos ni tenemos el tiempo para aprender de estos. Las sociedades humanas no pueden ser sometidas a tal proceso.
Debido a que se trata de seres humanos debemos optar por una experiencia exitosa de desarrollo y un enfoque científico en su aplicación”.
Los males estructurales e institucionales, el hambre, los problemas del sistema de salud, de educación,la pobreza y la desigualdad social no esperan.
La determinación de nuestros líderes debe manifestarse no sólo en palabras, sino en propósitos claros, medibles científicamente, y en acciones mucho más concretas en beneficio de toda la población, no de ellos mismos o un de grupo en específico. La vida y los derechos son actuales y no esperan.
carlos30salcedo@gmail.com
Darwin Feliz Sin Temor'
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