Escrito por: Tirso Mejía-Ricart
El pasado martes 29 de mayo, al
iniciarse la crisis postelectoral del
PRD, el compañero Nelson Marte, director de Prensa de ese Partido, envió una “carta abierta” a los
dirigentes: Hugo Tolentino, Milagros Ortiz Bosch e Yvelisse Prats y a
quien ésto escribe, reseñada ese día en “El Nacional”, pidiéndonos no
concluir nuestra carrera política apadrinando la división de ese partido.
No represento a los otros compañeros dirigentes
aludidos, que quizás no consideren
relevante airear esta exhortación intempestiva; pero lo hago en razón de mi carácter.
La unidad partidaria es
un valor considerado en psicología
social como “instrumental”, no
“terminal”, puesto que es un medio para
alcanzar ciertas metas prácticas, más que morales, como el poder y el
desarrollo.
Para ser verdaderamente poderosa, ésta debe
convertirse en una norma universal de comportamiento que los líderes tienen la obligación de seguir
sin dualidades, es decir, no una para sí, más egoísta y otra para los demás,
más rígida.
Los cuatro dirigentes
aludidos hemos rendido culto a la institucionalidad del partido, haciendo,
sacrificios personales y concesiones en aspectos considerados poco relevantes,
para procurar la unidad en función de las metas más trascendentes.
Veamos lo ocurrido en los
últimos 3 años:
1.- En el año 2009 surgió
con fuerza la candidatura de Miguel Vargas Maldonado a la Presidencia del
Partido, como paso intermedio para alcanzar la candidatura a la Presidencia de
la República, eliminando la prohibición
para desempeñar ambos cargos, por entender que ésta era requisito indispensable
para su triunfo.
Miguel trató de imponer
una Comisión Organizadora unilateral y no plural como es la tradición para
garantizar la unidad del Partido.
Triunfó por votación una comisión plural conmigo como Presidente, pero
para buscar avenimiento se incorporaron otros miembros recomendados por él.
El avance arrollador de
de Miguel y el retiro de otra importante
se buscó que se tratara de adoptar ésta
por simple decisión de la Comisión Política, a lo que me opuse por
antiestatutario, pero gestioné en cambio la renuncia de una tercera
candidatura con la devolución de su aporte económico, lo que facilitó su
proclamación por falta de adversarios, que fue la única razón que admitió la JCE como
válida. En cambio, Miguel me “premió” haciéndome sacar de la dirección para el
resto de la Convención e inmediatamente hizo reabrir las propuestas de
candidaturas a otros cargos para desplazar
a dos dirigentes casi seguros ganadores a las secretarías general y de
organización, que incluso se habían manifestado
a su favor.
2.- En la Convención Extraordinaria que le siguió, en el mismo año
del 2009, presidida por el Dr. Hugo Tolentino, para elegir nuestros candidatos
congresionales y municipales del 2010,
con una mayoría mecánica de parciales del ingeniero Vargas, los
compañeros Hugo, Milagros e Yvelisse, inicialmente favorables ante su liderazgo emergente, tuvieron que
hacer uso de toda su vocación
unitaria para mantener la compostura
frente a las imposiciones de
Miguel, en cuanto a la mayor parte de
las candidaturas, lo que generó un descontento general por esas prácticas
dictatoriales.
3.- En el 2010, a nuestra
insistencia y del Foro Renovador, se
celebró bajo mi Presidencia el Congreso por la Unidad y la Renovación José
Francisco Peña Gómez, que sentó las bases doctrinarias, organizativas, estratégicas
y de arreglos preelectorales, para
relanzar al Partido, que fue un éxito reconocido por todos que en nada
perjudicó los intereses de Miguel, sino lo benefició por ser éste el Presidente
del Partido.
Durante todo ese tiempo,
el Presidente del Partido no estuvo disponible sino por momentos y a través de su secretaria corporativa. Los gastos
del Congreso fueron financiados en gran parte por potenciales candidatos
y Diputados, y por mí personalmente,
excepto por Miguel.
El caso de Miguel en el
partido fue el más acelerado proceso de descapitalización política que se
recuerda en el país, de cerca de un 90%
de simpatías a 46% en pocos meses.
Parece que el Ing.
Vargas, que es un exitoso empresario inmobiliario, creyó que la mayoría que
obtuvo en el PRD en 2008-2009, era asimilable a lo que sucede en una empresa
cuando se adquieren la mayoría de las acciones, que se pueden cambiar
unilateralmente normas, empleados y productos,
manteniendo la legitimidad.
Afortunadamente no es así
en los partidos y a eso se debió el
fracaso de su candidatura a la
Presidencia para el año 2012, y su descredito posterior, por actuar con
acciones y omisiones contra el triunfo del candidato del Partido, que lo
descalifican como líder del PRD, por haber
atentado contra los objetivos políticos
e intereses de la militancia de manera despiadada.
De todas maneras, no
estoy de acuerdo con proponer la expulsión de Miguel a la Comisión Política,
sino que se lleve el asunto primeramente a
las principales instancias de base del Partido: asambleas zonales,
municipales y frentes de masas, para que se pronuncien y hagan aportes sobre el
proceso electoral recién pasado.
A mi vez confío en que
los pocos asesores juiciosos que le quedan al ingeniero Vargas Maldonado, lo
convenzan de que debe honrar su promesa de renunciar a la Presidencia del
Partido y tal como aprobó el Congreso en
el 2010, y que propicié una solución
unitaria a la naciente crisis de nuestra parcela política.
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