“Las parejas del mismo sexo deberían poder casarse”. Las palabras de Barak Obama en una entrevista, el pasado 9 de mayo, han reavivado el debate sobre el matrimonio homosexual.
Solo un día antes los ciudadanos del estado de Carolina del Norte votaron prohibir las uniones civiles de homosexuales.
La confrontación de ideas es evidente. El líder del Partido Republicano, Mitt Romney, dio su respuesta tres días después: “El matrimonio es la relación entre un hombre y una mujer”.
Las palabras del presidente norteamericano no cambian la legislación, ya que las leyes matrimoniales dependen de los estados.
Pero la cuestión ha trascendido las fronteras de Estados Unidos y sus implicaciones en la campaña electoral en ese país. Las organizaciones defensoras de los derechos de homosexuales han cogido la bandera para volver a reivindicar que en muchos países de todo el mundo, incluso con democracias avanzadas como Francia o Italia, sigue sin legalizarse la unión entre personas del mismo sexo.
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